“Vicky Peña, lección magistral. Creo que estamos ante una de las actrices del teatro catalán de más calidad y poder de comunicación. Ahora, en el teatro Romea, lo corrobora y pone el listón francamente alto. (···) En el impresionante monólogo de una hora de duración, hallamos a una actriz en plenitud de recursos, en una interpretación que debería de ser de obligada asistencia. Sale al escenario, habla durante una hora y ya no vuelve a aparecer. (···) Una magnífica interpretación, matizada, generosa en gestualidad, dramática e irónica, atravesada por fragmentos de conmovedora poesía. Es un relato que sólo pueden hacer contadas grandísimas actrices; y Vicky Peña es una de ellas. (···) Sobra decirles que es todo un regalo ver a Vicky Peña en el monólogo de Homebody/Kabul. Del dolor al surrealismo, del sueño a la grandiosidad. Ama el mundo y busca encontrarlo donde sea; en Kabul, por ejemplo. Una vez más, la actriz, igual que el director Mario Gas, apuesta por el riesgo, por un teatro comprometido, que plantea temas y sacude las conciencias. Otra vez la mejor Vicky Peña.”
Gonzalo Pérez de Olaguer (El Periódico)

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“Y elevándose –abrazando en solitario la magnitud de la obra– una extraordinaria Vicky Peña. Sólo su monólogo (la parte del díptico que corresponde a Homebody) acompaña el arriesgado vuelo trágico del autor. Una brillante digresión que lleva a una mujer aburrida de un suburbio de Londres a Kabul. Un viaje interior que sólo se puede realizar con la ayuda de un djinn llamado Tony Kushner.”
Juan Carlos Olivares (Avui)

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“Ésta es la brillante obra. El espléndido monólogo de una hora que interpreta Vicky Peña en una de sus mejores interpretaciones. La agilidad, variabilidad y precisión de cada gesto, de cada mirada, de cada entonación de la voz. El desenfado con el que Peña cuenta la historia de Afganistán, desde sus orígenes, 15 siglos antes de Cristo, sus esplendores y sus miserias, sus reinados y sus guerras, su apogeo y sus invasiones; y el modo en que caprichosamente introduce comentarios sobre su vida, su afición por las palabras raras, el modo en que se dirige al público, su juego con los sombreros afganos. En definitiva, un excelente espectáculo que provocó un calurosísimo aplauso de los espectadores el día del estreno. Homebody apasiona.”
María José Ragué (El Mundo)

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“El montaje de Gas, uno de los mejores y más interesantes estrenados en las últimas temporadas, transmitía magistralmente esa atmósfera, ese dédalo erizado de interrogantes contra el extendido adormecimiento de la conciencia. Admirable Vicky Peña, Un gran espectáculo escénico. Para mí, el mejor del año.”
Ignacio García Garzón, (ABC)

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“Soberbia actuación de Vicky Peña. Un monumento interpretativo extraordinario, arrebatador, pletórico de sensibilidad, emoción y convicción. Es la cumbre profesional de una inmensa actriz cuya actuación vale por todo el espectáculo, y aún deberían darle cambio. Si por ella no le conceden el Max máximo del año, el jurado de dichos premios puede ingresar de inmediato en el peonaje del agro español. .”
Joan Anton Benach (La Vanguardia)

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“Vicky Peña es la Madre, la Homebody (ama de casa) del título, la prototípica inglesa apasionada por el Viaje con mayúsculas.(···) La Madre nos lee páginas de una antigua guía sobre la milenaria ciudad de Kabul, el originario Jardín del Edén; se pierde, dopada con antidepresivos, por encrucijadas mentales y palabras inventadas; nos narra su aventura pasional, real o imaginaria, con un vendedor musulmán del East End, como Alicia mesmerizada por el Sombrerero Loco, y proclama su amor imposible por la condenada belleza del mundo. Es en ese tercio final cuando Vicky Peña avanza hacia el público y vuela libre y nos hace volar en uno de los trabajos más complejos y difíciles de su carrera.”
Marcos Ordóñez (El País)

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"Vicky Peña, incalificable: simplemente nos rendimos a sus pies. La hora de monólogo que ofrece deja boquiabierto, de la risa a la emoción profunda de la osamenta. Sólo sentada en una silla, arrastrándonos con cada pequeño gesto, incluso cuando se pone las gafas en el pelo. Esta mujer aspira al espectador y le hace partícipe de la vida de la lectora compulsiva fascinada por Afganistán. Ya en pie, rozando la platea, está tocada por la magia. Un trabajo que, como un líquido para los dioses, emprende el camino directo hasta sedimentarse en la memoria del espectador.”
Teresa Ferré (El Punt)