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Emilia

creación y dirección CLAUDIO TOLCACHIR
Montjuïc
del 16 al 26 de Octubre
Temporada 2014 - 2015

Emilia

intérpretes
Malena Alterio Caro / David Castillo Leo / Daniel Grao Gabriel / Alfonso Lara Walter / Gloria Muñoz Emilia

translación al castellano Mónica Zavala / escenografía y vestuario Elisa Sanz / iluminación Juan Gómez Cornejo
 
ayudante de dirección Mónica Zavala / producción ejecutiva Olvido Orovio / dirección de producción Ana Jelín
 
producción Producciones Teatrales Contemporáneas

espectáculo en castellano
duración 1h. 30' sin pausa

19/10 coloquio con la compañía después de la función


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Horarios 
de martes a viernes 20:30h.
sábados 21h.
domingos 18h.
Precios 
tarifa a  
martes y miércoles
(días del espectador)
22€
demás días 29€
compra avanzada
(antes de la fecha de estreno)

26€
con descuento*
(excepto los días del espectador)
24,50€
tarifa última fila
(en ciertas funciones)
15€

*Venta de entradas con descuento del 15% con el Carnet Jove, + 25 estudiantes, menores de 14 anys, jubilados, parados, personas con disminución, familias numerosas y monoparentales, abonados al TNC y Mercat de les Flors, TR3SC, Bibliotecas y Teatros comarcales. Para los suscriptores de La Vanguardia, el descuento sólo es efectivo en taquilla.

Emilia - roda de premsa

Emilia - trailer

La premsa ha dit 

"Emilia: caza mayor. Emilia es, para mi gusto, la obra más compleja, arriesgada y feroz de Tolcachir. Aún estoy recuperándome del impacto en los Teatros del Canal. Extraordinaria función: texto, puesta en escena, interpretaciones. Muy dura, muy negra, con una tensión asfixiante, y uno de los trabajos de equipo más intensos y conjuntados que he visto. Tiene la extrañeza de una pesadilla, pero ya sabemos que hay pesadillas que suceden a plena luz, día tras día. En familia. (···) Emilia está llenando en el Canal. El público detecta cuando hay vida, cuando hay caza mayor. (···) Como dramaturgo, Tolcachir dosifica muy sabiamente la información, dando las pistas precisas sin ocultar cartas ni subrayar la naturaleza profunda de cada personaje, sin forzarnos a sacar conclusiones anticipadas. Como director, muestra aquí un impresionante manejo de los tempos. (···) La función tiene algo primigenio, algo que apela directamente a los sentidos y las emociones básicas, al dolor y al miedo, a la cólera y la piedad. Los cinco actores defienden personajes dificilísimos, con muchas capas y muchos colores. He visto grandes trabajos de Gloria Muñoz, pero este se lleva la palma. Es un láser quirúrgico, entre Geraldine Page y Julia Caba Alba. (···) Malena Alterio, con la fragilidad anímica de una niña atemorizada, te parte el corazón lentamente, desde el principio hasta el final: otro tour de force. David Castillo se mueve entre la agitación extrema, al borde del peligro, y una indefensión melancólica, conmovedora. Daniel Grao nos muestra a un Gabriel futuro, maduro y arrasado por la pérdida, y a caballo entre la seducción y el egoísmo en el presente de la historia. Alfonso Lara me dejó sin aliento. Enorme personaje y enorme interpretación: no me parece una hipérbole decir que está muy cerca de la vitalidad, la precisión, la sutileza y el vitalismo neurótico de James Gandolfini, quizás porque Walter no está lejos de Tony Soprano, un monstruo revestido de bonhomía. No, me expreso mal: la clave está en cómo sabe hacer que coexistan la bonhomía y la monstruosidad del personaje. El crescendo de la última media hora (por escritura, dirección e interpretación) es una de las cosas más poderosas que he visto últimamente sobre un escenario. Hay que ver Emilia. Te deja exhausto, estremecido, sacudido y elevado como las grandes tragedias."
Marcos Ordóñez (El País)


Emilia es una comedia negra, sombría como el corazón de su hiperactivo protagonista, que intenta camuflar su vacío interior (y el artificio en el que vive) bajo una euforia, locuacidad y sobreactuación permanentes. Si se parara quieto, se desmoronaría. (···) La Emilia de Gloria Muñoz destila abnegación genuina y una falta de amor propio connatural a quien se vio obligada, por clase social y circunstancias, a consagrar su vida al cuidado de lo ajeno y a olvidarse de sí.”
Javier Vallejo (El País)


Claudio Tolcachir no deja indiferente; arriesga, investiga, fuerza las situaciones, la rabia y el melodrama en Emilia. Es lógico que pretenda dejar atrás y superar, apoyándose en sus líneas maestras, la marca personal: La omisión de la familia Coleman. Conflictos familiares que son, a la vez, conflictos sociales. Psicologismo de los personajes que son, a la vez, radiografía de una colectividad. El eje de la representación es Gloria Muñoz; y una dirección de Tolcachir poderosa, pero con altibajos. Y junto con Gloria Muñoz, sustancia medular de la función, la violencia controlada y, con frecuencia, incontrolable de Alfonso Lara, un perdedor; el dolor reprimido de Malena Alterio; y Daniel Grao y David Castillo.”
Javier Villán (El Mundo)

Emilia es un paso adelante. En ella desaparecen los chispazos de comedia y el drama/melodrama de esta nueva familia desestructurada está plagado de licencias: diálogos y actitudes que se desvían del realismo, subrayados por la fantasía escenográfica. En este espectáculo brilla la mejor virtud que puede poseer un director: el sentido del ritmo. Tolcachir ha sabido dar también con un elenco que casi me atrevería a calificar de inmejorable. Los cuatro papeles centrales son complicados. (···) Los cuatro están soberbios, aunque no puedo dejar de decir que Gloria Muñoz demuestra, una vez más, que es una de nuestras mejores actrices. El quinto, Grao, cuyo papel es más natural, no desmerece. Gran función.”
P. J. L. Domínguez (Guía del Ocio)


Tolcachir manipula el rompecabezas con extrema habilidad en un trabajo teñido por la sequedad y la negrura, apoyado en unos diálogos estupendos. (···) El apartado interpretativo es también espléndido en este montaje español, de Gloria Muñoz, que borda a esa Emilia abnegada y paciente hasta la extenuación, a Malena Alterio, una Caro colgada de un hilo remoto para huir de la vida impuesta, pasando por el Walter histérico de Alfonso Lara, el Leo de David Castillo, aterrado ante la posible ruptura de la estabilidad ficticia y el ajustado Gabriel de Daniel Grao.”
Juan Ignacio García Garzón (ABC)


“Es una función que empieza desmadejada y poco a poco se va levantando; como un puzzle desbaratado y que encuentra sentido cuando se encaja una de las piezas. Está llena de sutilezas, de puertas abiertas, de rincones oscuros, que abre las mentes y los interrogantes de los espectadores, y sacude sus emociones. En buena parte por la interpretación, que también lleva el sello de Tolcachir: sinceridad y organicidad. Gloria Muñoz (una actriz magnética, a la que es imposible no mirar incluso cuando se encuentra en escena en un segundo plano) encabeza un elenco admirable y emocionante: Alfonso Lara, Malena Alterio, David Castillo y Daniel Grao. Una función emocionante.”
Julio Bravo (unabutacaconvistas)


“Unos actores que realizan una labor intensa pero sin cargar, llena de verdad y profundamente inquietante. Alfonso Lara interpreta al cabeza de familia, Walter, de forma perfecta. Malena Alterio sorprende en el papel de su mujer, una Ida Caro que no se sabe muy bien en qué mundo vive. David Castillo (el Jonathan de Aída) vuelve a demostrar su gran capacidad interpretativa (ya lo hizo en Münchausen) en el papel del hijo hiperactivo y perdido. Daniel Grao por su parte defiende durante gran parte de la función su papel en escucha, fuera del cuadrilátero de la acción, y cuando entra se encuentra a la altura de sus contrincantes. Y por último Gloria Muñoz. Gloria Muñoz es una inmejorable ‘Emilia’. Su contención eleva ese personaje central a cotas maestras. Resulta fascinante, como siempre (no hay más que recordar uno de los más interesantes y difíciles montajes de la temporada pasada, La amante inglesa). Qué grande es esta mujer. Y qué fácil hace parecer lo difícil. En definitiva, que aunque uno se esté preguntando durante gran parte de la función "¿qué está pasando exactamente aquí?" (o precisamente por eso), este montaje extraño y desconcertante resulta francamente recomendable. Una intensa experiencia. Así que no olvidéis este nombre: "Emilia, Emilia, Emilia…"
Miguel Gabaldón (notodo.com)


Emilia propone un acercamiento, casi vouyeristico, a la urticante realidad de una familia argentina plagada de amores, odios y contrariedades. Una obra que no acaba cuando baja el telón sino que queda en la mente del espectador y requiere de debates, café de por medio, a la salida de la función.
Fabián D’Amico (mundoteatral.com)


Volcán emocional. En medio del viaje antropológico de la vida de Walter, sobre cuyo vínculo con Emilia es la trama y subtrama de la pieza, existen: situaciones hilarantes, conmovedoras, revelaciones mayúsculas, un ajedrez en el cual puede que te equivoques cual es la pieza que se moverá al siguiente instante en el cual vas deslizándote en la sutil y resbaladiza estructura dramática. (···)  Lo brillante de Claudio Tolcachir es que no necesita y allí radica la potencia de su poética,  jugar al misterio oscuro o “hacer la pieza inteligente”. Lo cautivante de su dramaturgia es que lo suyo brilla por si solo: su simpleza, su complejidad y la vitalidad de la dura historia (durísima) se conjugan para dar como resultado un fino y elegante camino en el cual poco a poco quedaras salpicado del barro de la historia, y cuando la luz se apaga quedas impregnado por el magna de tan sísmica historia que conmueve en todo su recorrido.”
Hugo Manu Correa (Tranvías y Deseos)


“En Emilia simultáneamente se suceden acciones interrelacionadas que nos hablan de la intimidad de los personajes en ese anhelo por buscar los lazos perdidos y el verdadero amor. Ese afecto tan teñido de lágrimas y de conmoción, como son todos los vínculos miserables, inconclusos. Emilia permite, a través de un texto profundo y conmovedor, poner  fuerte hincapié en los vínculos y en como los seres humanos buscamos incansablemente el amor, aún, en lugares llenos de dolor y melancolía.”
Sofía Lara Gómez Pisa (BAFICI 2014)
“Claudio Tolcachir conmueve con su nueva pieza, sensible, dura y perturbadora. No pasa muchas veces. Es más: casi nunca sucede. Pero si una obra es capaz de transformarnos por unas horas, de volvernos más sensibles, más vulnerables, más delicados; si ni siquiera nos deja registrar enseguida la convención del aplauso, porque la función ya terminó pero todavía uno no se puede levantar de la silla y no le alcanza la emoción para agradecerle a los actores tanta verdad en escena; tanta honestidad; si una pequeña sala independiente logra eso, el teatro no morirá jamás.”
Mercedes Méndez (Tiempo Argentino)
“La historia se hace y se deshace a través de esos cuerpos que irradian una sensibilidad aturdida, que sofoca, que pide libertad pero no la encuentra. Tolcachir sabe que no hay mejor drama, en esta época, que el que se construye desde ese lugar: desde la pura emoción que provoca una conducta desestabilizada porque su existencia no encuentra el equilibrio necesario. (···)  Emilia es un drama sumamente apasionado desde su construcción pero altamente irritable a la hora de pretender querer observarlo desde una posible afirmación de afectos. No da posibilidades. Eso lo torna tan desestructurante y, a la vez, tan provocador de reflexión.”
Carlos Pacheco (La Nación)
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Saltamos de continente. Argentina aterriza en el Lliure con Claudio Tolcachir, que ya nos fascinó con La omisión de la familia Coleman en 2009. Ahora presenta otro texto suyo que nos habla del papel clave de la infancia en la comprensión y la gestión de las emociones.

En esta historia hay un hombre (Walter) que sufrió enfermizamente la infancia, que vivió con mucho dolor el rechazo del mundo y que solo contó con su niñera como único afecto. ¿Puede ser que un hombre que solo conoció un amor contratado pueda entender por normalidad que las reglas del amor implican pagar por el afecto?
Este es Walter, que a fuerza de pasión, trabajo y recursos construyó su mundo adulto. Es una historia poblada de mentiras, de esas mentiras que se justifican por la supervivencia familiar. A diferencia de otros personajes míos, abrumados por la negación, estos seres son conscientes y a la vez víctimas de sus mentiras, pero están demasiado aterrados como para romper la pequeña estructura que armaron.
“Nadie es tan puro, no existe un amor sin condicionamientos” sostiene Walter tratando de retener a su mujer que se le escapa. Por alguna razón todos se aman. Y esa razón no siempre es el amor.
Puede enredarse en la costumbre, la conveniencia, el cansancio, la culpa, el miedo a la soledad, la esperanza perdida, la muerte que se asoma.
Aquí todos lo saben, Walter lo dio todo para tener esa familia, y no amar a quien nos dio todo puede ser muy doloroso. Y asumir la mentira y encontrarse desnudo puede serlo aun más.
Sea en esta historia quizás Emilia, la niñera, quien pueda alardear de una fidelidad amorosa inquebrantable, está en su naturaleza, y lo llevará al extremo del sacrificio trágico.
Tal vez sea la historia de niños hombres que necesitan niñera.
Una historia sobre perdedores conscientes y asustados de su condición. Y de una estructura social que está chirriando. Que se alejó de su ser más simple. Y aun está aferrada, como puede, a una imagen de sí misma.
Claudio Tolcachir