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1976/1986

1976/1986

El 2 de diciembre de 1976, con el estreno de Camí de nit, 1854, con texto y dirección de Lluís Pasqual, empezaba públicamente su trayectoria una nueva sala y una nueva compañía, establecida en el espacio reformado de la cooperativa de consumo de Gràcia La Lleialtat, con una cooperativa teatral formada por una quincena de personas procedentes del teatro independiente, con una larga o corta historia detrás, y con el liderazgo indiscutible de Fabià Puigserver. El grupo promotor estaba formado, además, por Carlota Soldevila, Lluís Pasqual y Pere Planella.

Se trataba de crear un teatro estable donde el trabajo continuo y seguido de unos mismos artistas durante todo el proceso de creación escénica, desde el diseño del programa hasta la disposición del público en la sala, fuera su responsabilidad total y exclusiva. El Lliure se proponía como un teatro catalán “como un hecho normal” y por esta razón optaba por la solidez del gran repertorio internacional clásico y contemporáneo. Pero al mismo tiempo también proponía una nueva forma de entender el espacio escénico, cuya proximidad del público marcaría un estilo de hacer teatro.

La incidencia del “modelo Lliure” fue considerable en aquellos años de transición política, marcados en el mundo del espectáculo por un acelerado proceso de profesionalización, junto a la lucha por la institucionalización de experiencias anteriores o la reclamación de nuevos proyectos, perspectivas y equipamientos. Pero, sobre todo, lo que han destacado la crítica y los historiadores ha sido el salto cualitativo que representaron desde muy pronto las producciones del Lliure con respecto al teatro de base textual, en el rigor de las puestas en escena y el conjunto del hecho teatral. Todo ello convirtió el colectivo, después de las primeras temporadas, en un referente escénico de primer nivel.

De los primeros 10 años de vida del Lliure se podría mencionar una larga lista de montajes que, muy probablemente, el público ha incorporado a su imaginario. Pero este público aún no estaba en 1976, el Lliure apostó por un espectador que por aquellas fechas aún había que inventarse, pero que estaba buscando una iniciativa escénica con la que pudiera identificarse. Un espectador que supiera apreciar aquel revulsivo ético y estético, o más aún, que se lo hiciera suyo. De hecho, el Lliure había nacido de una colectividad para darle servicio, con un lema explícito “un teatro de arte para todos”; en último término, si no desapareció como tantos otros proyectos surgidos durante aquellos años es porque esta sintonía se produjo desde el primer momento.

Más allá del teatro, el Lliure se proponía dar acogida al resto de las artes escénicas: en las dos primeras temporadas se produjo un espectáculo de danza con Cesc Gelabert –que estableció una relación permanente con el teatro como compañía asociada–, un recital de canción de Maria del Mar Bonet, la colaboración de un grupo musical de vanguardia –el Grup Instrumental Català– y un espectáculo de teatro musical (Ascenció i caiguda de la ciutat de Mahagonny).

Es este mismo espíritu el que llevó a la creación de la Orquestra de Cambra Teatre Lliure en 1985, con un conjunto de solistas encabezados por Josep Pons, dedicada a la música contemporánea, que hoy puede presentar un balance más que considerable de programación, discografía y reconocimiento, y que daba acogida tanto a la música más rupturista como a la reelaboración de formas populares, a la vez que exploraba los diversos géneros de la música escénica.