“El conjunto actoral crea una Hedda Gabler compacta, en un espectáculo de casi dos horas, pero imposible de desconectar por parte de los espectadores, que se pone al día con los móviles, los SMS's en una pantalla, la banda sonora, la proyección de los créditos para no dejar de lado la influencia cinematográfica y incluso con los ecos del boom de novela negra que ha llegado recientmente de los países nórdicos —quién se lo iba a decir al propio autor—, pero siempre resiguiendo el hilo de una arquitectura teatral que Henrik Ibsen dejó ya tan redona en el siglo XIX que ni el tiro final de Hedda Gabler del segle XXI ni el grafito de sangre en los cristales consiguen desmontar. (···) El probable agotado en las localidades de esta Hedda Gabler recomendaría empezar a pensar en una reposición más adelante, en Gràcia o incluso subiendo a Montjuïc.”
Andreu Sotorra (Clip de teatre)

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“La revisada visión del personaje y del drama, situándolo en un ámbito actual diferente del de Ibsen, parece hecha a medida de una desinhibida Laia Marull, que se entrega sin reserves a su rol.”
César López Rosell (El Periódico)

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”[Laia Marull] ha dicho que Hedda tiene algo de loca y es muy cierto que tal como se nos presenta es carne de consulta psiquiátrica o psicológica, pero sin restarle credibilitat. Destacan la calidez de la puesta en escena, el tono coloquial de las relaciones entre los personajes escondiendo sus pequeños dramas.”
Santi Fondevila (Time Out)

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“David Selvas parece abordar su puesta en escena a partir de la de Ostermeier. Un espacio escénico equivalente –diáfano, funcional y con ventanales que dan a un paisaje muy casa entre los árboles de Mies van de Rohe–, aunque menos acabado porque aquí los Tesman aún se están instalando, recibe a este drama intenso con naturalidad y buen ritmo. (···) Un montaje que empieza muy bien y que gana, además, con la incorporación de personajes y la acumulación de sucesos.”
Begoña Barrena (El País)